martes, 29 de diciembre de 2009

Sin título

La niña del vestido azul ya no es una niña. Ahora es una vocecita encerrada en el cuerpo de una mujer adulta. Es... ¿cómo decirlo? Es alguien y no es nadie, porque físicamente no está; y da igual cuánto te esfuerces: no podrás verla. Pero yo sé que está viva. Yo la intuyo cuando sonríes con ese brillo en los ojos, cuando divagas sobre tonterías que en el momento en cuestión parecen de suma
importancia, cuando me sorprendes con una carcajada.
Esa niña es maravillosa. Y la mujer que la lleva dentro aún lo es más, porque sabe cuándo la niña quiere salir. Una niña así no debe dejar que apaguen su voz, por mucho que los adultos quieran hacerla callar.

martes, 8 de diciembre de 2009

…and Devil’s little sister suddenly felt happy

Y fue feliz porque de pronto no necesitó que le dijeran que la querían para sentirse bien. Simplemente se lo demostraban.

Aquella noche de calma, tras las tres caóticas anteriores, se dio cuenta de que lo único que necesitaba era que de vez en cuando le cogieran la mano al caminar, el ruido de sus pisadas acompañado por el de otras, que alguien la arropara con su abrigo, le colocara un cigarro entre los labios o frotara su nariz contra su mejilla.

Y comprensión, mucha comprensión; y risas, y cosas banales, y cambios en la rutina… y muchas otras cosas que, de pronto, habían tenido lugar a la vez.

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Love,

Kooooooooorrrrrn!!!!

martes, 1 de diciembre de 2009

Devil’s little sister

Antes no solían decírselo. Ahora, sí. Pero nadie intenta ir más allá y descubrir qué sucede cuando dice que la quiere.

Te quiero, lo sabes, sí, claro que lo sé, claro que me quieres; pero de pronto suena a método para hacer que se conforme con lo que le ofreces. Con que todo cambia y todo da vueltas, y unas cosas mueren y se regeneran y otras no, y algunas no llegan ni a nacer…. y quien más quiere que la quiera, la ignora sutil y descaradamente. Aún así, la quiere, a su manera.

…y cuanto más se lo dicen, menos lo siente.

Sí… todos la queréis a vuestro modo, supongo. El diablo se llevó la fama y para ella no quedó nada, nada más que la vaga ilusión de que alguien, alguna vez, le dedicara un momento.

Pero las ilusiones son tan frágiles...