jueves, 18 de febrero de 2010

Identidades

De pronto, un día, te das cuenta de que probablemente no hayas elegido el camino correcto. Lo que creías hacer bien ahora supone un reto mayor de lo que se te ocurrió imaginar, los que te quieren no te apoyan o ni siquiera tienen idea de en qué deben apoyarte, y hasta tú mismo te preguntas si lo que haces tiene sentido.
Y como las veintidós veces anteriores, te sorprendes a ti mismo imaginando cómo sería tu vida si desde que tienes conciencia hubieras hecho las cosas de otra manera. No me refiero a que lo que hayas hecho estuviera mal, sino a que, simplemente, todas las opciones que tenías eran buenas y no te decantaste por la que mejor te venía.
Puede suceder que el futuro que te estás labrando, de un modo u otro, sea completamente distinto delq ue imaginabas antes. ¿Qué fue de aquel tú? O de aquel otro tú, o mejor dicho, ¿qué fue de ti?
Supongo que evolucionó, sin más. Probablemente llegó algo o alguien en un momento concreto, quizás de un modo absurdo, quizás irrumpiendo en tu vida en forma de duda existencial. Y, a lo tonto, sin esperarlo, cambiaste. Ya no eres ese niño que jugaba con los Playmobil, ni esa niña que quería comprarle el Ken con barba a su Barbie (un gran Ken, el más guapo de todos, sin duda).
Pero ¿qué más da quién fuiste? Si vives el presente, debes preocuparte por tu yo del presente.

Entonces, ¿para qué buscarle un futuro?

Being Liz