domingo, 9 de mayo de 2010

Actitudes

Maldijo el momento en que se le había ocurrido aceptarlo y apretó los ojos con fuerza. Seguía sin querer encajar ciertas cosas. Cosas que le afectaban cuanto querían, sin mirar el daño que podían hacerle.

Aún así, sabía que no era la única persona a la que le afectaba todo aquello. Mirando al infinito, o tal vez a la pared más cercana, una pequeña parte de su ser se sintió acompañada. Mal de muchos, consuelo de tontos, que decían. Pero no era así exactamente. No le importaba lo más mínimo que hubiera alguien más dudando acerca de lo mismo, y no le importaba porque, simplemente, nadie podía entenderlo como ella. Así que podían darle vueltas y más vueltas a aquello, y a lo anterior y a lo siguiente que sucediera, jamás llegarían a comprender lo que pasaba por su mente.

Era lo mejor.

¿O no?

sábado, 1 de mayo de 2010

Cigarros dulces

Abrió los ojos, aún sin ver. Sobre un sofá suave y con una bata azul, por si hacía frío aquel primer día de mayo, escuchando Nirvana con los altavoces en el suelo porque los cables no le daban para más.

– You’ve been locked inside my heart shaped box for weeks – Kurt era humano y podía equivocarse en las letras. Siguió por donde quiso – Hey! Wait! I’ve got a new complaint!

Daba vueltas a aquella palabra maldita:  prejuicios.  No lograba entenderla aunque sabía que la había vencido en parte. Comprendía los prejuicios y quería matarlos, echarlos lejos, dejarlos en el suelo escupiendo sangre. Pero no era aquello lo único que quería.

Lo recordó todo. Desde el principio hasta el final, toda una noche que había dado el giro más inesperado posible a su insulsa vida. Como si bailara con ella dando vueltas en un pub donde miles de ojos acechaban en la oscuridad, deseosos de ver más.

Ahora volvía a tener una meta real, y no se negaba la posibilidad de alcanzarla. Sólo tenía que… bueno, si había sucedido sin más, simplemente no debía cambiar, ¿no?

Deseaba llegar a su meta y abrazarla, sentirla contra su cuerpo y morderla como si fuera la más dulce de las manzanas. Aunque tuviera una molesta cadena al cuello que tuviera que apartar como la pegatina de turno.

- One baby to another says I’m lucky to have met you – Kurt era un poquito omnisapiente-. I don’t care what you think unless it is about me.

Se levantó y fue hasta su habitación a buscar tabaco. Tenía que haber algún cigarro de alguna boda en alguna parte. Y algún mechero, también. Se sorprendió encontrándose buscando tabaco, pero lo necesitaba. El humo, tan silencioso y con esa facilidad para inundarlo todo, era la mejor forma de recordar la profundidad de lo efímero.

Humo inundándolo todo, humo entre dos cuerpos, humo entre labios. Lo que realmente le preocupaba no eran los cánceres que provoca el humo, sino en el vacío que dejaba al dispersarse.

-Take your time, hurry up, the choice is yours, don’t be late… – no podía darle más razón a Kurt.

Ojalá no se quedara en simple humo, pensó, sabiendo que de ahí en adelante esperaría cualquier señal que le indicara que el humo nunca se dispersaba.